La economía de pensamiento único en la cual lo económico predomina sobre lo político y el mercado soluciona todos los problemas del sistema, en concurrencia con la competitividad y el libre intercambio, no puede dar en la actualidad respuestas a las demandas de una sociedad planetaria de 7.500 millones de habitantes.
El intento histórico más reciente de romper con la inconveniencia actual de la economía partió de Nicholas Georgescu-Roegen, uno de los pensadores más notables y profundos de la economía moderna; él lanzó dos torpedos críticos a la economía vigente en sus libros Analytical Economics (1966) y The Entropy Law and Economic Process (1971), en los cuales centra las problemáticas económicas actuales en el divorcio entre las teorías económicas y el cumplimiento de las leyes de la naturaleza.
Para los economistas de pensamiento único todo es un ciclo de producción y consumo, pero para la naturaleza esto no constituye un ciclo, es sólo un gasto unidireccional de energía y recursos naturales no renovables en el tiempo que se consumen. En definitiva, él previó un mundo globalizado en el cual tanto la economía como el medio ambiente andarían a la deriva y que solo con la aparición de tecnologías capaces de transformar la naturaleza se podrían restituir las pautas perdidas y hacer posible la vida en la tierra. Es así como en 1973 surge la biotecnología moderna y en 1974 la nanotecnología. Las respuestas de ambas en áreas como la alimenticia, energética, de la salud y el medio ambiente, paulatinamente fueron dando origen a sus respectivas economías, la bioeconomía y la nanoeconomía.
Hoy podemos definir la bioeconomía real como una economía basada en la biotecnología, capaz de generar en tiempo y forma los recursos naturales renovables, con su acervo de 65 millones de genes, y la ingeniería genética, para dar respuestas a necesidades socioeconómicas, tales como la demanda de energía, alimentos, disminución de los gastos en salud y cuidado del medio ambiente, generando a su vez trabajo e ingresos en forma sustentable.
La lógica de la palabra economía parece indicar una sucesión, luego de la macro y microeconomía, hacia una nanoeconomía; es decir, al estudio de la economía a partir del eslabón más pequeño, de lo cotidianamente pequeño, una economía centrada en el individuo y en las necesidades del acontecer económico diario.
Resumiendo. Podemos presentar la nanoeconomía como una economía construida a partir de las necesidades del quehacer diario de los 7.500 millones de personas habitantes del mundo, en vez del resultado del accionar de países o empresas. Nada tan heterogéneo como dar respuestas a la economía diaria de 7.500 millones de personas, nada más complejo que la cantidad de combinaciones posibles de los átomos y moléculas existentes. Tal como lo hace la bioeconomia, capaz de subordinar la economía a leyes de la naturaleza; la nanoeconomía subordina la construcción del mundo económico a las necesidades de cada uno de los individuos del planeta. Una construcción difícil, más aún cuando nunca se intentó “visualizar a todos” desde la economía de pensamiento único, pero posible y no más dificultosa que las construcciones nanotecnológicas hoy factibles y en continuo desarrollo. La bioeconomía y la nanoeconomía a partir de su capacidad productiva van originado la economía de las nuevas tecnologías; desde el átomo y el gen hacia una economía condicionada sólo por la naturaleza y las necesidades de los seres vivos. Esto conduce a hacer viable lo inviable y que cada zona del planeta pueda desarrollarse y vivir armónicamente sin necesidad de contar con grandes recursos naturales.
La reciente pandemia puso un stop a la globalización y también al incremento de la contaminación. Los países se cerraron, la producción masiva se paró, bajó el consumo de energía y hasta se nota una menor contaminación. La reciente pandemia puso un stop a la globalización y también al incremento de la contaminación. Es el momento para el desarrollo local, no globalizado. Las herramientas están, es el momento adecuado para pasar de la economía de globalización a la economía de las nuevas tecnologías centradas en la persona y la naturaleza.
Autor: Prof. Dr. Alberto L. D’Andrea.
Director de Nanotecnología y Nuevas Tecnologías. Universidad CAECE y colaborador de Hemisferios, Ambiente y Sociedad.
Esperemos estar a la altura de las circunstancias, como toda crisis, se nos plantea una oportunidad, la cual conlleva también un desafío, el futuro es la educación
Muchas gracias. Ejes de trabajo en las agendas que deberemos instalar trascendiendo la retórica habitual. Sugerente además por la sugerencia de lecturas. Sigamos pensando !
Gracias Jorge Méndez y Jorge Sánchez por los comentarios.
Muy interesante y muy de acuerdo con lo aquí expresado por el Prof.Dr. Alberto L. D’Andrea. Lo vital y lo no vital que habita nuestro Planeta Tierra, está regido por un sistema de control, no lineal, constituido por innumerable cantidad de leyes que lo convierten en un sistema caótico que a su vez tiene su propia “organización”. Es entropia pura y es lo que llamamos “Leyes de la Naturaleza”. Ningún dogma económico que colisione con control entrópico de la Naturaleza es sustentable en el tiempo. Los recursos de la Madre Naturaleza son FINITOS. La Pandemia aceleró los tiempos y dejó al descubierto el fracaso de la globalización económica unidireccionalidad. Sólo la ciencia con la implementación de las nuevas tecnologías, que tan claramente expresa el Dr. D’Andrea podrán reparar la expoliación de recursos naturales que padecemos.
Dr.: permítame disentir con respecto al primer bloque de su reflexión… La economía, como disciplina o «ciencia social» (si observa el plano Aristotélico), no prescinde de la política para su aplicación, puesto que está estrechamente ligada a la ideología de los administradores de turno (sean estos de izquierda, centro, o derecha) si de una democracia se hablase. Dos: si existen variantes de los modelos económicos: capitalismo keynesiano, capitalismo liberal -de no intervención- socialista (caso chino), etc., de la economía, entonces no es posible probar la unicidad del pensamiento único… Al menos, como se pretende plantear. Tres: la economía, desde mi percepción, debe tener hasta donde se pueda, un canal predictivo y estable, por consiguiente, la naturaleza, los indivíduos, o el medio biótico como garantía de producción (librado a la producción agrícola, por ejemplo) es netamente imposible, porque las variables serían tantas y tan azarosas, que no habría modelo matemático capaz de predecir los balances de la macro, o de la micro. Cuarto: si bien es cierto, que la nanotecnología vino para quedarse, estoy totalmente convencido de que ésta ciencia-tecnología, a de tener su estrellato en menos de diez años, ya que permite optimizar los recursos, porque manipula a su voluntad átomos y moléculas, generando nuevos materiales, o modificando su estado… Quinto: no podemos perimetrar o eliminar la globalización de mercado, por decenas de razones… Por qué ? Porque tenemos el mayor dilema de todos: las patentes… Desarrollar nuevos productos a partir de «la nada» implicaría mucho capital y mano de obra especializada, «cosa» que los países periféricos no lo poseen… Los bienes y servicios están ligados al intercambio comercial entre las naciones (no existe la autosuficiencia). Un evento biológico de magnitudes (como lo es el COVID-2), no puede más que retrasar por algún tiempo, las relaciones transnacionales, como en su momento lo hiciere la peste bubónica, la fiebre amarilla, la gripe española, el SIDA, el N1H1, etc… Y a qué debemos tan temeraria aseveración ? A LA CIENCIA !!!!!!!!