Poco pareciera importar los espectaculares avances logrados a partir de 1800 con la pila de A. Volta(1745-1827), el electromagnetismo de M. Faraday(1791-1867), H. Oester(1777-1851) y J. Maxwell (1831-1879) en la segunda mitad del siglo XIX, a partir de 1900 con la teoría cuántica de M. Planck(1858-1947) que posibilitó el modelo atómico de N. Bohr(1885-1962) y en 1926 con el modelo atómico probabilístico de E. Schrödinger (1887-1961) y los posteriores desarrollos asociados a un modelo atómico confiable en áreas como la química, la medicina, la electrónica y la energía nuclear, ni la aparición en 1973 de la Biotecnología moderna (S. Cohen, 1935- y H. Boyer, 1936- ) y en 1974 de la Nanotecnología (N.Taniguchi,1912-1999), necesarias ambas para hacer posible la vida en la tierra en las decadentes condiciones del siglo XXI. Esa falta de respeto a la ciencia implica que todo es discutible, objetable y manejable según las necesidades de los intereses políticos y económicos.
De pronto aparece un pequeño virus, se dijo que muere mucha más gente por otras cosas, que era una noticia exagerada por los medios, etc. pero pronto se vio que no había discusión posible, la muerte no se puede discutir. El poder y la soberbia son jaqueados por un pequeño virus. Tal vez un aviso a todos los mortales porque cuando la tierra no soporte más los desbarajustes climáticos no nos va dar una moratoria, ni una segunda oportunidad. El que avisa no traiciona.