El académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) opinó que las ideas bienintencionadas sobre un consumo responsable en las redes sociales «son en realidad un simulacro»: aunque se realicen acciones como el consumo de productos ecológicos, la compra de envases biodegradables o postear una foto de una especie en riesgo de extinción, finalmente esto está contribuyendo a un consumo -sea responsable o no- del que se alimenta la sociedad del capital. Para reforzar este argumento, refirió a que precisamente el dispositivo por el que se extiende esta información -el teléfono celular- genera «una cantidad de contaminantes enorme».
Evitar realmente la sobreexplotación del ambiente, por tanto, supondría «desestructurar todo ese sistema capitalista industrializado que está alrededor y, probablemente, la sociedad no estaría de acuerdo con ello». En esta línea crítica, llamó a observar la ciencia como una disciplina que siempre ha ido de la mano de los sistemas de producción.
La ciencia no está definida para crear una mejor sociedad; está definida para crear un sistema de producción y un mayor consumo.
En cuanto a la vinculación psicológica entre el ser humano y la naturaleza, el experto ahondó en que esta última es vista como una especie de «madre perdida» a la que se echa en falta y a la que se trata bien de vez en cuando para espantar a la culpa. «Cuando la gente ya tiene recursos económicos suficientes, lo que hace es comprarse una segunda casa donde va a poder intentar estar un poco más cerca de la naturaleza». Sin embargo, cuando se obtiene ese complemento «nos damos cuenta de que no lo es y buscamos otra casa, un departamento, un lugar en la ciudad», es decir, el ser humano nunca se termina de completar, sigue dentro de «la fantasía perfecta» de la que el medioambiente forma parte.
Fuente: El Espectador